Fabrizio Lorusso. Haití intervencionismo y hambre. Periódico La Jornada. 18 de Enero de 2015. Num. 1037.
En abril de 2014, el Programa Mundial Alimentario
lanzó una alerta sobre la crisis de inseguridad alimentaria de la región
norte-oeste de Haití. Sin embargo, en lugar de funcionar como denuncia de las
causas reales del problema o como estímulo hacia el gobierno y la comunidad
internacional para que intervinieran y fomentaran la producción agrícola local,
el aviso sirvió como excusa para llamar a mayores esfuerzos en las donaciones
desde el exterior. Entonces, se favoreció la llegada de productos importados.
Todavía hoy, 140 mil haitianos viven bajo carpas en los campos de desplazados.
“El país tiene una necesidad desesperada de
alimentos y de asistencia para la nutrición”, remarcó en abril Peter de Clercq,
representante de la MINUSTAH, la misión militar de Naciones Unidas para la
“estabilización de Haití”. Hace décadas que las peticiones lanzadas por alguna
agencia internacional legitiman respuestas que raramente persiguen los
intereses de la población de los países “asistidos”, sino más bien sirven a los
objetivos de las multinacionales de la solidaridad y del comercio, de las
potencias económicas y, asimismo, de las asociaciones religiosas foráneas. Pese
a las “ayudas”, en los últimos cuatro años el precio del frijol, del arroz y
otros alimentos creció cuarenta por ciento y se multiplicaron las protestas populares,
sobre todo en el norte, en el distrito de Cabo Haitiano.
Para Haití con amor Es una organización cristiana
sin fines de lucro que sabe aprovechar las ocasiones que se abren tras cada
crisis alimentaria y los pedidos de ayuda de alguna institución internacional.
“Para Haití con Amor” pidió a sus simpatizantes un esfuerzo mayor en estos
términos: “Tenemos que rezar verdaderamente para que más gente se interese por
Haití y ayude a compartir el fardo de las ayudas allá, pero la ayuda financiera
directa es lo que más necesitamos realmente justo ahora.” Así, paliando
sufrimientos, tapando alguna falla con alimentos importados y oraciones, la
protesta social y la inconformidad de los agricultores locales se va aliviando
y los negocios pueden seguir.
El país caribeño tiene una tasa de pobreza del
ochenta por ciento de la población, con un salario mínimo de 4.5 dólares al día
que muchas empresas no quieren pagar. Veinte por ciento de los niños padece
desnutrición, un millón y medio de personas pasa hambre y 6.7 millones tienen
dificultades para cubrir su necesidades nutricionales básicas. Los programas
asistenciales no han mejorado la situación y, por el contrario, han creado
dependencia. La prensa mundial tiende a presentar los problemas de Haití de
manera tendenciosa, extrapolándolos de su historia y del contexto neocolonial
en que se engendraron, como si la pobreza endémica, la deforestación, el
cólera, los daños de las catástrofes naturales y el arrebato de la soberanía
hubieran sido producidos por un pueblo inconsciente o por un clima adverso.
En cambio, se minimizan las responsabilidades de
gobiernos y agencias extranjeras que se reparten donaciones, programas y
prebendas, y de las multinacionales que dominan la economía de la isla. Lo
mismo pasa con el papel de la corrupción e ineptitud de la élite política
nacional, aliada con la de las potencias más influyentes en la historia
haitiana, como Francia, Estados Unidos y Canadá. Poco se habla de los
despilfarros y costos logísticos de las más de 10 mil ong presentes en Haití
que, en la mayoría de los casos, constituyen más del sesenta por ciento de su
presupuesto.
También la militarización de Haití es un hecho
incontrovertible y poco mencionado. La comunidad internacional ha preferido
invertir en misiones armadas, prácticamente desde principios de la década de
los años noventa del siglo pasado, y no en el desarrollo y la democratización;
baste recordar que ha habido dos golpes de Estado y miles de asesinatos
políticos en los últimos veinte años en Haití. El territorio es ocupado por
ejércitos extranjeros cada vez que hay alguna crisis. Además, Haití es
controlado permanentemente por una fuerza internacional, la MINUSTAH, que
desarrolla tareas policíacas y militares, fuera del control del Poder Ejecutivo
haitiano, que no cuenta con fuerzas armadas propias.
La injerencia de milicias foráneas se ha justificado
con la presunta violencia de las ciudades haitianas y con los conflictos
políticos internos que generarían inestabilidad en toda la región. En realidad,
el verdadero afectado por las crisis caribeñas es Estados Unidos, donde reside
cerca de un millón de haitianos y se vive con miedo la reanudación de flujos
migratorios “no deseados”. Además, Haití no es un país violento: su tasa de
homicidios es de siete por cada 100 mil habitantes, mientras que el promedio
del Caribe es de diecisiete; en México dicho índice llega a veinticuatro y en
Honduras alcanza noventa y uno.
Farol de la ONU
En la Asamblea de la ONU, en septiembre del año
pasado, el presidente Enrique Peña Nieto anunció la intención de que México
participe en las Misiones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas que
son aprobadas por el Consejo de Seguridad. Se enviarán contingentes civiles y
militares para integrarse a los Cascos Azules, lo cual es una novedad para la
política exterior mexicana y su tradición castrense no intervencionista. Ya hay
países latinoamericanos, como Uruguay, Brasil, Venezuela, Bolivia y otros
nueve, que mandan tropas al extranjero, bajo el control de la ONU y, asimismo,
asignan personal civil y grupos de profesionales a las misiones. Como parte de
la comunidad internacional, las misiones apuntan a la creación de “cierto
estatus” para los países, más allá de las presuntas “responsabilidades” o
compromisos “morales” y “democráticos” que se enarbolan para justificarlas.
La estrategia para generar “prestigio” manu
militari, aun en el ámbito de Naciones Unidas, y la política de “potencia
regional mediana” estaban detrás del anuncio presidencial, junto a la
aspiración de contar más en el concierto mundial y en sus instituciones, y
quizás ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Hay otros
países, como Noruega, Suiza o Cuba, que prefieren elevar su “estatus” sin hacer
hincapié en las milicias o únicamente en los intereses de los “jugadores
globales” dominantes, sino que se ganan respeto con el soft power, el poder
blando, es decir negociando acuerdos de paz, intermediando en conflictos
armados, ofreciendo recursos, servicios e instituciones en el exterior y generando
confianza mediante su imparcialidad o capacidad negociadora. Pero no es el
camino que Peña Nieto parece privilegiar.
Entre las diecisiete misiones onu en el mundo, en
México se mencionó un caso específico para arrancar: el de Haití y la MINUSTAH,
ya que allí la operación es “encabezada por países latinoamericanos” y “México
de manera natural tiene un lugar”, según dijo la exembajadora Olga Pellicer.
Cabe destacar que la MINUSTAH está bajo el mando de Brasil y hablar, en este
caso, de “misión de paz”, es un eufemismo. La Misión en el país caribeño tiene
tareas de policía y militares para el control, mejor dicho “la ocupación”, del
territorio.
Además de ser responsables de la epidemia de cólera
que ha cobrado casi 9 mil víctimas y producido más de 750 mil contagios en
cuatro años y medio, los cascos azules brasileños, latinoamericanos y de otras
regiones se han manchado con crímenes y abusos a los derechos humanos desde su
llegada en 2004 hasta la fecha. Precisamente su expulsión forzada, orquestada por
la CIA y el International Republican Institute de Estados Unidos y otras
potencias hegemónicas en la isla, como Francia y Canadá, justificó la entrada
del ejército de la ONU en apoyo al régimen antidemocrático (2004-2006) del
presidente Alexandre Boniface y su primer ministro Gérard Latortue, en el cual
hubo 4 mil asesinatos políticos. Los cascos azules y la ONU tardaron casi tres
años en reconocer su responsabilidad frente a la epidemia de cólera, y el plan
de erradicación de la enfermedad costará 2.2 billones de dólares.
La MINUSTAH ha tenido tareas positivas de protección
de la población tras catástrofes naturales y en momentos de conflictividad
política, pero también ha actuado como fuerza extranjera de control social, al
margen de las decisiones del gobierno local y al servicio de Estados Unidos,
principalmente. Los mecanismos, a veces perversos, de la cooperación
internacional y las misiones que desde hace más de veinte años, con nombres
diferentes, han sido conducidas por la “comunidad internacional” en Haití, han
tenido resultados controvertidos y dudosos, si no es que desastrosos, quitando
soberanía al país y provocando constantes protestas de la población. México no
ha participado en los asuntos militares y policíacos de Haití, o sea la
MINUSTAH, lo cual a todas luces, hasta la fecha, ha sido una ventaja.
La industria del hambre

Los donantes dan billones de dólares en “ayudas
alimentarias”, “para el desarrollo” y la “asistencia humanitaria”, y controlan
programas de fomento que no tocan las causas estructurales del hambre, que son
al menos seis, según HGW: 1. La pobreza, la precariedad salarial y la
privatización de todos los servicios; 2. El régimen de la propiedad de la
tierra, la falta de su gestión racional, la inexistencia de un registro y el
uso clientelar de la tierra; 3. El neoliberalismo, que impuso aranceles
bajísimos sobre los productos importados hace más de veinte años y causó éxodos
del campo a las ciudades, sobrepobladas y peligrosas, como también se vio con
el sismo de 2010, cuando murieron más personas en los barrios más poblados,
pobres y hacinados; 4. El aumento demográfico con producción agrícola
estancada, basada en técnicas obsoletas y abandonada por el Estado; 5. El
impacto negativo de la “asistencia” internacional que actúa según coyunturas y
emergencias, por sus propios intereses, fuera del poder del gobierno local; 6.
Las ineficiencias del mercado interno, los oligopolios de los importadores de
comida que mantienen altos los precios.
Según HGW, más del cincuenta por ciento de la ayuda
alimentar para Haití proviene de programas gubernamentales estadunidenses. Sólo
una pequeña parte pasa por el Ejecutivo haitiano, pues la mayoría es
administrada por agencias como el World Food Program y contratistas como World
Vision, CARE, ACDI-VOCA y Catholic Relief Service. Estas “importaciones” de
bajo costo hacen competencia o dumping a la producción haitiana y generan
recursos para las ONG. El gobierno de Estados Unidos compra arroz, trigo,
harina, aceites, pollo y frijoles a sus productores, y luego los envía a las
organizaciones que pueden revender los alimentos y obtener efectivo para sus
propios proyectos. La industria del hambre es un gran negocio para el cual se
crean mercados cautivos en los países receptores de la ayuda, ahogando la
expansión de la agricultura local. También por ello el hambre es una plaga
endémica que se relaciona con los mecanismos de la cooperación internacional y
la imposición externa de políticas comerciales depredatorias.
Trabajo realizado por: Campos Marcelino Nancy Karen y González Zenteno Dana
HAITI ANTES DEL TERREMOTO. POBREZA Y MISERIA
TABLA
FICHAS
Responsable del video: González Zenteno Dana
Créditos a su respectivo autor.
Actividad escolar: Exposición
Actividad interactiva: Juego: Serpientes y escaleras.
La actividad didáctica para la exposición del tema
que nos correspondió, fue un juego de serpientes y escaleras, este juego fue
modificado ya que para este juego se utilizan las escaleras para las cosas
buenas, sin embargo en Haití no hay algo que represente un bien ya que el país está
en una situación de crisis, solo los levantamiento se podrían considerar ya que
estos son la voz del pueblo ante un mal gobierno.
Los ocho equipos (excepto el 3) participaran en el
juego. Elegirán un representante para que mueva la ficha con el número de su
equipo, los demás integrantes del equipo tiraran el dado para que avance su
ficha correspondiente.
Ahora el juego se vuelve un poco complicado, en
algunas casillas se hará una pregunta relacionada con lo ya expuesto por lo que
todos los equipos debieron poner atención, si el equipo no responde, pero algún
otro equipo se sabe la respuesta, el equipo que responda correctamente será el
siguiente para avanzar, dándole un turno más.
Para elegir al primero en tirar una de las integrantes
de la exposición tirara el dado el número que salga será el afortunado en tirar
el dado, los siguientes en participar será de manera numérica desde 1, 2, 3…..
Ahora bien a jugar
Este juego fue hecho para que los alumnos no se
aburrieran con la típica exposición de siempre, haciendo la exposición más
didáctica para los alumnos, para que estos hicieran un pequeño repaso en el
cual todos participaran, reflexionando que fue lo que realmente aprendieron y
que no, si no lo aprendieron otros compañeros se lo comunicarían con sus
respuestas de acuerdo a las preguntas que se le hacían cada quien
Link para ver la tabla: https://drive.google.com/file/d/0B40o1RDNAonzcUFxaUVjZ0ktUTQ/view?usp=sharing
REPUESTAS
Juego realizado por: Campos Marcelino Nancy Karen
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